En el año 1983, el Estado peruano, a través del Decreto Supremo N° 061-83-AG, creó el Parque Nacional Río Abiseo (PNRA) con el fin de proteger a las especies de fauna silvestre en vías de extinción como el mono choro de cola amarilla (Lagothrix flavicauda), una de las variedades de primate más grande de Sudamérica. Con este decreto supremo también se logró la protección de la cuenca del río Abiseo y de sus afluentes, de los bosques de neblinas y de todo tipo de vida, incluyendo los valores culturales reflejados en diversos sitios arqueológicos de extraordinaria importancia, pues representan la evidencia del poblamiento en esta zona de los Andes orientales del centro-norte del Perú.
En el año 1990, mediante una serie de gestiones realizadas por el Ministerio de Agricultura de ese entonces, se inscribió el Parque Nacional Río Abiseo como sitio natural en la Lista del Patrimonio Mundial de la Organización para la Educación, Ciencia y Cultura de las Naciones Unidas (Unesco por sus siglas en inglés). Dos años más tarde, tomando en cuenta la importancia de cada uno de los sitios arqueológicos dentro del PNRA, se amplía la inscripción y se incorpora el componente cultural del parque, convirtiéndose en un bien mixto del Patrimonio Mundial que debe ser protegido por el Estado peruano y por la comunidad internacional.
La preservación de la biodiversidad y de los valores culturales del Parque Nacional Río Abiseo es primordial, porque garantiza la salvaguarda de este patrimonio y de su disfrute para las presentes y futuras generaciones. Así se evita la destrucción del bien, lo cual constituiría un daño irreparable para la humanidad.
Esta publicación es parte de la línea de trabajo de la Dirección de Sitios del Patrimonio Mundial del Ministerio de Cultura, unidad orgánica que tiene a su cargo la identificación, preservación, gestión, promoción y difusión de los sitios culturales y mixtos incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Asimismo, esta dirección ejecuta actividades relacionadas con la implementación de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de 1972 y sus Directrices Prácticas, así como las Decisiones del Comité del Patrimonio Mundial.
